mayo 01, 2006

La página nacida de la pereza

Fue un maullido general del público, nadie se atrevió a mantenerse sentado mientras el artista daba las gracias por tan candorosa ovación en torno a su trabajo; ramos de flores volaban hacia el escenario y él, con ostentosa elegancia, recogía apenas una que otra flor de las repartidas por la duela. Pero el telón cae y cuando el último pliegue, apartando de todos la amable sonrisa el actor, se cerró sobre sí, este desapareció, como si hubiera sido un fantasma ajeno a este mundo y su actuación, apenas una sórdida ilusión que los engañó a todos y por si fuera poco, los hizo gozar…