El genio y los tres deseos
a Yussel Dardón
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Se le habían cumplido los dos primeros, tener el don de Midas de convertir todo lo tocado en oro y contar con la sabiduría de Salomón para no caer en errores fatales; ahora sólo faltaba el último, el más difícil: que este cuento tuviera un final conveniente. Y así, vivió feliz e inmensamente rico hasta después del último de los lectores.